WhatsApp y la privacidad

Cuando sólo puedes elegir una de ellas

Kenneth Guerra
5 min readMay 18, 2021

La comunicación entre nuestros pares es prioridad en nuestro día a día, siendo las mensajerías las únicas en ofrecernos la rapidez y viabilidad de los tiempos que corren.

Mensajerías y luego WhatsApp

Recuerdo con nostalgia Microsoft Messenger, siendo el primer cliente de mensajería que algún vez probé. Luego Blackberry Messenger, para ese entonces nos proveería de una alternativa móvil pero exclusiva.

Fue hasta la llegada de WhatsApp en el 2009, de la mano de Brian Acton y Jan Koum, ex empleados de Yahoo! y quienes luego de comprar un iPhone se dieron cuenta del potencial que tenía la App Store.

La aplicación que hoy genera controversia inició con una filosofía más amigable para el usuario. Llegando a iOS en Febrero del 2009 y a Android sólo un año más tarde, era totalmente gratuita hasta 2013, cuando pasó a ser un sistema de suscripción de $1 al año para cubrir gastos operacionales.

Muchas personas ya para ese entonces les llegó a molestar la decisión de la compañía, aunque $1 al año me parece un precio más que razonable para todo el potencial que ofrecía la mensajería.

La verdad nunca lo llegué a pagar, nunca pude, porque antes que se me venciera (1 año después) Facebook compraría WhatsApp. Muchos se preocuparon, yo fui uno de ellos.

El ecosistema del rastreo

La estrategia de Facebook ha sido sin más perfecta a lo largo de los años. Crear y adquirir soluciones de interacción social con el fin de que el usuario esté cómodo brindando información.

La era de lo inmediato nos ha dado la falsa percepción de comodidad, donde el usuario se rinde ante la idea de brindar información con el fin de comunicarse.

Este tema ha sido debate, ya que el derecho a la intimidad es algo de lo que la ONU ya ha hablado, presentando su preocupación e incitando a los gobiernos a regular dicho tema.

Instagram es un claro ejemplo de cómo la adquisición de una red social, que en principio su única función era compartir fotos, la mutaron hasta ser hoy su segunda característica.

No sé si lo notaste, ahora es un marketplace donde sí, puedes compartir fotos, pero su principal función es que las empresas te vendan sus productos mediante publicidad.

Gracias a toda la información que haz brindado, tanto implícitamente como la que ni tenías idea que estabas proveyendo.

Me llamó la atención este tuit, donde un usuario se extraña del cómo una empresa pudo ofrecerle justo lo que había eliminado minutos antes.

La paranoia por desconocimiento, de cómo la inteligencia artificial y el minado de datos permite que la publicidad sea tan personalizada.

Ya no sólo se limitan a adquirir información de los datos que brindas en sus aplicaciones, sino que utilizan data de tus dispositivos móviles, gracias a los permisos que les brindaste.

Hace un año salía la noticia que, tras el lanzamiento de la beta de iOS 14, muchos usuarios reportaban que Instagram accedía a la cámara sin que esta se estuviera utilizando. Según Facebook era un bug, y tras un parche “se solucionó”.

Facebook también se vio implicado con Cambridge Analytica, consultora política que utilizó los datos de los usuarios de Facebook para modificar su comportamiento de voto en diferentes países.

En pocas palabras, el rastreo que te brinda esa publicidad “útil” da poder a la empresa que la porta. Dichos datos van vinculado a ti, a tu persona y que inmiscuye a tus familiares, amigos, conocidos.

Pueden saber quién eres, como luces, con quienes hablas, donde te ubicas, donde haz estado, cuántos años tienes, quienes son tus contactos, qué hiciste X días y porqué te sentiste así, cuál es tu número de teléfono junto con sus especificaciones, entre otras cosas.

“Si no tienes nada que ocultar ¿a qué le temes?”, “a quién le importa lo que yo haga o escriba”, “yo no soy terrorista, no me importa esas cosas” son algunas de las frases que he escuchado a lo largo de los años, desde mucho antes de estudiar seguridad informática.

La comodidad y la decisión

“Todos mis contactos están en WhatsApp” implica que una mensajería es tan fuerte que caza la necesidad de comunicarnos para forzarnos a no abandonarla.

El sentimiento de exclusión, de perderte de algo, también es un punto fuerte para quienes no quieren abandonar WhatsApp.

Es como cuando los teléfonos móviles se convirtieron en lo habitual, y el no tener uno ya representaba una desventaja comparado con tus pares.

Pero allá afuera hay otras mensajerías que brindan al usuario la privacidad que tanto anhelan, pero las personas se casan tanto con un software que no quieren partir por “la curva de aprendizaje”.

Pero aquella “curva de aprendizaje” ni siquiera existe, es un invento. Es la excusa barata para negar partir de aquella mensajería y utilizar otra.

“No me da las mismas funciones” o “no me gusta la interfaz” deja claro que para muchos la privacidad y la seguridad no es una prioridad.

Para algunos lo único importante de la mensajería es tener a sus amigos y stickers, sin importar que su información sea recolectada.

Pero tras el anuncio de los cambios en las políticas de privacidad de WhatsApp para eso de inicio de año pude notar algo nuevo, una preocupación en ciertos usuarios de quienes no creí que encontraría.

Estos mismos son los que ahora están probando otras alternativas como Telegram o Signal, resultando en su salida definitiva de WhatsApp.

Tomar esta decisión tiene en realidad un precio, no monetario, uno más que todo social. Eso quiere decir que para contactarte tus amigos y familiares tendrán que tener la alternativa a la que elegiste migrar, al menos para escribirte a ti.

Por mi parte, yo envié un mensaje difundido a mis contactos por WhatsApp notificando que me podrían escribir por Telegram, Signal o iMessage ya que había elegido salirme del todo de WhatsApp.

No fue una decisión difícil, en realidad la mayoría de mis comunicaciones ocurren en Telegram, aunque me gustaría que fuese Signal, para serles sincero.

¿Para trabajo? Tengo un celular Android en el que tengo instalado WhatsApp Business y es exclusivo para temas laborales. Para cuando tengo que comunicarme con algún cliente no doy mi número personal, sino el de ese móvil.

Al fin y al cabo, tú eres quien decide. Dar tus datos o buscar una alternativa que solucione más privada y segura que te permita comunicarte con tus contactos. Si eliges Signal o Telegram, enhorabuena, si eliges WhatsApp no hay problema, fue tu elección.

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Kenneth Guerra

Ilustrador, fotógrafo y creador de contenido. Entusiasta tecnológico y nerd de profesión.